Seguramente
pocas personas pueden opinar con autoridad sobre el TTIP, porque hay muy pocas
personas en el mundo que conozcan en profundidad de qué estamos hablando.
El TTIP, son las siglas en inglés del
Acuerdo Transatlántico de Comercio que se viene negociando desde hace ya algún
tiempo entre la Unión Europea y los Estados Unidos de América.
El tratado aspira a crear el mayor
espacio de libre comercio mundial, con más
de 800 millones de ciudadanos y las
economías más avanzadas del planeta.
Es una solución geoestratégica que
pretende mantener el eje de la economía mundial entre los EEUU y la UE impidiendo que ese eje se instale en el
continente asiático.
La UE y los EEUU intervienen un
tercio del comercio mundial y los defensores del acuerdo aseguran que tendrá un
efecto beneficioso para la economía planetaria.
Pero conocemos en realidad qué se
está negociando? Pues hasta el momento conocemos muy poco, porque la opacidad
en torno a estos temas ha sido la nota dominante hasta este momento.
De hecho, los protocolos de
negociación han sido declarados material clasificado durante 30 años, y los
pocos eurodiputados que tienen acceso a la sala de lectura donde se pueden leer
los documentos, son concienzudamente cacheados antes de poder acceder a la
sala, porque está terminantemente prohibido entrar a la misma con bolígrafos,
teléfonos celulares o cámaras fotográficas.
Y es ese secretismo el que ha ido
alarmando paulatinamente a distintos organismos de todo tipo, los sindicatos
adheridos a la Confederación Europea de Sindicatos, entre los que se encuentra
la UGT, las organizaciones de consumidores, organizaciones ecologistas, ONG´S y
un largo etcétera.
Debido al clamor en exigencia de
información la Comisión Europea, que es quien dirige la negociación, se ha
visto obligada a ir haciendo públicos algunos aspectos de las materias objeto
de negociación.
Hasta ahora son ocho las rondas de
negociación producidas y lo que sabemos es que se está intentando armonizar los
siguientes aspectos:
-Libre acceso a los mercados.
-Aspectos regulatorios y
barreras arancelarias.
-Reglas que afecten al comercio
global. (Energía, materias primas, servicios públicos, agricultura,
medioambiente)
De entrada parece un proyecto muy
ambicioso, y la primera consideración
que se me ocurre es que alguien tendrá que cambiar su cultura, o los
estadounidenses o los europeos.
Porque en Europa existe una
legislación muy exhaustiva sobre todo lo que se pretende negociar, el estado de
bienestar, los servicios públicos como la sanidad o la educación, la
legislación laboral, el derecho a la negociación colectiva, el propio papel de
los sindicatos, la legislación medioambiental, la agricultura transgénica y un
amplísimo abanico de materias que tienen un tratamiento totalmente distinto a
ambas orillas del Atlántico.
Porque en principio parece difícil
que los EEUU que no han firmado la mayoría de las convenciones básicas de la
OIT, ni siquiera la 87, relativa a la libertad sindical ni la 98 sobre
negociación colectiva, ahora y en virtud de este acuerdo lo hagan.
Más bien me inclino a creer que lo
que se pretenda sea dejar en papel mojado todo el entramado que protege el derecho
a la negociación colectiva que defiende la OIT.
O la protección que en Europa se da y
en EEUU no, sobre los productos con denominación de origen, o en materia
de derechos de autor.
O la consideración que el derecho a
la sanidad y a la educación públicas, y
que en Europa tiene la obligación el estado de proveer y en EEUU, no del
mismo modo.
O las medidas de protección del
medioambiente, las emisiones de gases contaminantes, el control de la energía
nuclear que tantísimo le cuesta a los EEUU asumir, no firmando casi ningún
protocolo de carácter mundial que se plantean en el mundo periódicamente.
Yo creo sinceramente que no serán los
Estados Unidos los que se den cuenta de lo equivocados que estaban hasta este
momento en todos estos asuntos, sino que lo que se pretende con este acuerdo es
que cambiemos los europeos nuestra cultura sobre la convivencia y la cohesión
social.
Desde la CES, (Confederación Europea
de Sindicatos) se está alertando sobre los peligros de desregulación y privatización de los servicios públicos y
de destrucción de derechos laborales, sociales, medioambientales y de salud.
Y la gota que colma el vaso de la
preocupación es la cláusula de solución de controversias entre inversores y
Estados, conocida también por sus siglas en inglés ISDS.
Según esta cláusula yes requerimiento
imprescindible para Washington, este mecanismo prevé fijar por ley que los
inversores extranjeros puedan llevar a un Estado ante un tribunal internacional
de arbitraje si considera que un gobierno está tomando decisiones que
perjudican sus intereses y sus negocios.
Pero el tribunal de arbitraje se
establece al margen de los tribunales ordinarios de los países, y de su
legislación, sus decisiones serán de obligado cumplimiento y los miembros de
los tribunales no serán jueces si no abogados comerciales de grandes despachos
privados.
La información disponible hasta ahora
es tan preocupante que la UGT ha convocado junto a una amplia representación
del tejido sindical y social manifestaciones en toda España en contra del TTIP
y que en Valencia se celebrará el 18 de Abril, a las 18 horas en la Plaza de
San Agustín.
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