viernes, 17 de abril de 2015

A VUELTAS CON EL TTIP: Secretismo, desregulación y privatización

Seguramente pocas personas pueden opinar con autoridad sobre el TTIP, porque hay muy pocas personas en el mundo que conozcan en profundidad de qué estamos hablando.

El TTIP, son las siglas en inglés del Acuerdo Transatlántico de Comercio que se viene negociando desde hace ya algún tiempo entre la Unión Europea y los Estados Unidos de América.

El tratado aspira a crear el mayor espacio de libre comercio mundial,  con más de 800  millones de ciudadanos y las economías más avanzadas del planeta.
Es una solución geoestratégica que pretende mantener el eje de la economía mundial entre los EEUU y  la UE impidiendo que ese eje se instale en el continente asiático.

La UE y los EEUU intervienen un tercio del comercio mundial y los defensores del acuerdo aseguran que tendrá un efecto beneficioso para la economía planetaria.

Pero conocemos en realidad qué se está negociando? Pues hasta el momento conocemos muy poco, porque la opacidad en torno a estos temas ha sido la nota dominante hasta este momento.

De hecho, los protocolos de negociación han sido declarados material clasificado durante 30 años, y los pocos eurodiputados que tienen acceso a la sala de lectura donde se pueden leer los documentos, son concienzudamente cacheados antes de poder acceder a la sala, porque está terminantemente prohibido entrar a la misma con bolígrafos, teléfonos celulares o cámaras fotográficas.

Y es ese secretismo el que ha ido alarmando paulatinamente a distintos organismos de todo tipo, los sindicatos adheridos a la Confederación Europea de Sindicatos, entre los que se encuentra la UGT, las organizaciones de consumidores, organizaciones ecologistas, ONG´S y un largo etcétera.
Debido al clamor en exigencia de información la Comisión Europea, que es quien dirige la negociación, se ha visto obligada a ir haciendo públicos algunos aspectos de las materias objeto de negociación.

Hasta ahora son ocho las rondas de negociación producidas y lo que sabemos es que se está intentando armonizar los siguientes aspectos:
-Libre acceso a los mercados.
-Aspectos regulatorios y barreras  arancelarias.
-Reglas que afecten al comercio global. (Energía, materias primas, servicios públicos, agricultura, medioambiente)
De entrada parece un proyecto muy ambicioso,  y la primera consideración que se me ocurre es que alguien tendrá que cambiar su cultura, o los estadounidenses o los europeos.

Porque en Europa existe una legislación muy exhaustiva sobre todo lo que se pretende negociar, el estado de bienestar, los servicios públicos como la sanidad o la educación, la legislación laboral, el derecho a la negociación colectiva, el propio papel de los sindicatos, la legislación medioambiental, la agricultura transgénica y un amplísimo abanico de materias que tienen un tratamiento totalmente distinto a ambas orillas del Atlántico.
Porque en principio parece difícil que los EEUU que no han firmado la mayoría de las convenciones básicas de la OIT, ni siquiera la 87, relativa a la libertad sindical ni la 98 sobre negociación colectiva, ahora y en virtud de este acuerdo lo hagan.

Más bien me inclino a creer que lo que se pretenda sea dejar en papel mojado todo el entramado que protege el derecho a la negociación colectiva que defiende la OIT.

O la protección que en Europa se da y en EEUU no, sobre los productos con denominación de origen, o en materia de  derechos de autor.
O la consideración que el derecho a la sanidad y a la educación públicas, y  que en Europa tiene la obligación el estado de proveer y en EEUU, no del mismo modo.
O las medidas de protección del medioambiente, las emisiones de gases contaminantes, el control de la energía nuclear que tantísimo le cuesta a los EEUU asumir, no firmando casi ningún protocolo de carácter mundial que se plantean en el mundo periódicamente.

Yo creo sinceramente que no serán los Estados Unidos los que se den cuenta de lo equivocados que estaban hasta este momento en todos estos asuntos, sino que lo que se pretende con este acuerdo es que cambiemos los europeos nuestra cultura sobre la convivencia y la cohesión social.

Desde la CES, (Confederación Europea de Sindicatos) se está alertando sobre los peligros de desregulación  y privatización de los servicios públicos y de destrucción de derechos laborales, sociales, medioambientales y de salud.
Y la gota que colma el vaso de la preocupación es la cláusula de solución de controversias entre inversores y Estados, conocida también por sus siglas en inglés ISDS.

Según esta cláusula yes requerimiento imprescindible para Washington, este mecanismo prevé fijar por ley que los inversores extranjeros puedan llevar a un Estado ante un tribunal internacional de arbitraje si considera que un gobierno está tomando decisiones que perjudican sus intereses y sus negocios.
Pero el tribunal de arbitraje se establece al margen de los tribunales ordinarios de los países, y de su legislación, sus decisiones serán de obligado cumplimiento y los miembros de los tribunales no serán jueces si no abogados comerciales de grandes despachos privados.

La información disponible hasta ahora es tan preocupante que la UGT ha convocado junto a una amplia representación del tejido sindical y social manifestaciones en toda España en contra del TTIP y que en Valencia se celebrará el 18 de Abril, a las 18 horas en la Plaza de San Agustín. 

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